LA POSIBILIDAD DE COMPARTIR TIEMPO Y DIÁLOGO CON LOS HIJOS DISMINUYE DURANTE LA ADOLESCENCIA. AQUÍ LES DAMOS ALGUNOS CONSEJOS PRÁCTICOS PARA SEGUIR CONECTADOS.
Ser padre de un hijo adolescente no es fácil, especialmente cuando por las mismas características de su edad él tampoco sabe qué necesita o desea. Esta situación se agrava si los adultos tenemos poco tiempo para escuchar o estar presentes.
- Estar ahí, pero que no se note
Los padres debemos hacer sentir a nuestros hijos que estamos presentes, pero no encima de ellos. Es como andar detrás de las guaguas cuando aprenden a caminar: manteniéndose cerca, pero sin que se den cuenta. Lo importante es que sepan que cuentan con sus padres. - Buscar instancias en que la conversación fluya
Nunca hay que presionar al adolescente para que cuente algo privado de su vida. La clave está en lograr que eso fluya de manera natural. Lo ideal es que él quiera contar esos detalles, pero sin sentirse presionado. Encontrar instancias de conversación es una de las claves para mejorar la calidad del tiempo compartido. Sin embargo, las mejores conversaciones se dan en el auto o en el metro, camino a la casa o al colegio, o en otras instancias informales. - No perder la autoridad
Es importante tener una relación de amistad con nuestros hijos, pero también es fundamental que ellos sepan que no están hablando con un amigo cualquiera, sino con sus padres. Ser cercano, afectivo, cálido, generar confianza, pero sin abandonar el rol de padre. Los adolescentes necesitan que alguien les ponga un límite, ya que, si eso no sucede, se sienten abandonados porque creen que nadie se preocupa por ellos. - Respetar los tiempos
Los padres debemos respetar los tiempos y los espacios de cada hijo, y si, por ejemplo, el joven quiere estar solo, dejarlo. La clave está en crear la confianza. Los límites siempre deben estar claros al igual que los derechos y deberes. Sin embargo, en la adolescencia ya no se puede imponer las mismas reglas que se le ponía al hijo cuando niño. Hay que ser más flexibles. Por ejemplo, si el hijo a esta edad se queda despierto hasta más tarde, no insistir en preguntarle por qué, sino más bien estar atentos a que descanse lo suficiente. - Enojarse a veces, hace bien
Muchos papás creen que, si se enojan o retan a un hijo, se quebrará la confianza entre ellos. Es un error. Enojarse o discutir no implica necesariamente faltar a la confianza o al afecto, por lo que los padres debemos mantenernos muy calmados cuando decimos: “No vas a ir a un determinado lugar por tu bien, porque te quiero, aunque te enojes”. Siempre es bueno admitir ante los hijos que uno se puede enojar. Lo importante es aprender a discutir y enfrentar los conflictos juntos. Sólo así es posible lograr una mejor comunicación.