El concepto “salud mental” ha sido protagonista paralelo de esta pandemia, por los desafíos y cambios que ha significado. Los adolescentes son personas que, por la etapa de vida que están viviendo, pueden ser vulnerables a esta crisis y los padres debemos estar atentos.

Primero, muchos papás están angustiados y sobrepasados porque están a cargo del cuidado de los hijos a tiempo completo, tienen preocupaciones por la salud de familiares, por la estabilidad laboral y por el abastecimiento, entre otros.

Como consecuencia, se ven llevados al límite de sus capacidades de manejar y contener, como también de funcionar.
Segundo, los niños están sin ir al colegio y en dinámica de homeschool, en la que hay que establecer una nueva disciplina. Siguen enfrentados a una presión académica y además no pueden ver a sus amigos o hacer sus deportes habituales, lo que les genera ansiedad.

Muchas de estas cosas hacen que los niños estén con mucha menos capacidad de liberar la energía habitual que tienen, la tensión que están acumulando y, en general, puede aparecer un aumento de irritabilidad, de hiperactividad, de impulsividad, y de ansiedad.

Tercero, disminuye el acceso a redes de apoyo y protección que están fuera de la casa, como la familia extendida -que muchas veces libera a los papás en el cuidado de los hijos- y otros actores que ya no ejercen una mirada externa a lo que sucede con la familia.

La conjunción de estos elementos produce un efecto de “olla a presión”, que puede dar paso a malos tratos en familias que nunca habían tenido esa dinámica.

¿Qué hacer para prevenir estos riesgos? Escuchar a los hijos y preguntarles directamente cómo están, qué les ha costado más este año, qué sienten que perdieron y qué ganaron

También sincerarles nuestras propias dificultades en este tiempo, las cosas que nos han costado, contarles si hemos tenido que buscar ayuda en algo, mostrarles nuestros procesos emocionales. Y, por último, estar atentos a si ocurren cambios de conductas en los hijos que puedan ser señal de que debemos pedir ayuda experta.

Una graduación sin fiesta
El distanciamiento físico se siente como si la vida estuviera en suspenso. La realidad es que el reloj sigue corriendo. Cumpleaños, ceremonias y fiestas de graduación, reuniones de exalumnos, planes de vacaciones, nacimientos y funerales son solo algunos de los muchos eventos significativos de la vida que los adolescentes podrían haberse perdido durante el COVID-19. El distanciamiento social, las órdenes de quedarse en casa y los límites impuestos a los encuentros han afectado la capacidad de reunirse en persona con familiares y amigos para celebrar o atravesar el dolor de las maneras típicas. El duelo es una respuesta normal ante la pérdida de alguien o algo importante para usted. Es importante que los familiares y amigos pueden ayudar a los adolescentes a encontrar formas alternativas, creativas y seguras de conectarse y apoyarse mutuamente a distancia. (https://espanol.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/daily-life-coping/parental-resource-kit/adolescence.html)

Basado en texto de www.clinicaalemana.cl