Que se quieran, que se necesiten y se ayuden. Que lo pasen bien juntos, que sean amigos incondicionales, que sepan decirse las verdades, que se busquen para reír y llorar, que se admiren y sean un puntal de apoyo para toda la vida, requiere de un trabajo dedicado ¿Cómo lograrlo?
El goce de la vida en familia y la creación de ambientes propicios para la unidad son los pilares fundamentales para que los hermanos sean inseparables.
Y son los padres quienes deben estar atentos a esta idea y poner la unidad familiar como una meta a cumplir, pues no es algo que surja espontáneamente. Pero ojo, que esto no significa que no pueda haber roces y discusiones; por el contrario, éstas, como parte de la vida, también contribuyen a fortalecer lazos. Los hermanos son exigentes, está bien que así lo sean y pueden adjudicarse la licencia de decirse, por el bien del otro, cosas que no sean del total agrado.
En pro de la hermandad
Algunos factores que los padres deben considerar para favorecer la unidad entre los hermanos son los siguientes:
- Entender que la familia es un proyecto común. Si se permite la actitud pasiva de los niños en la casa, se les hace simplemente el peor de los favores. Ellos deben sentirse comprometidos con todo, de manera que se sientan responsables desde contestar el teléfono, ayudar a la mamá en lo que necesite o llevarle un vaso de agua al hermano que está enfermo.
- Inculcar la idea de que con los hermanos se puede formar equipo. Todos son necesarios y a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, en los deportes, aquí son todos titulares y no hay suplentes. Una buena idea para lograrlo es encargarles un trabajo en conjunto como poner la mesa del cumpleaños para el festejado.
- Procurar que haya muchos ritos y festejos, incluso a veces sin un gran motivo. Celebraciones pequeñas, con mínimas licencias como comerse un hotdog a mitad de semana, son ideas que llenan de alegría el ambiente en la casa. Preguntar por los gustos de cada uno, inculcar que los hermanos se regalen, son algunas sugerencias que en la vida cotidiana marcan la relación entre hermanos.
- Hacer cosas juntos. Motivarlos para hacer una representación, una obra de teatro, inventar paseos, salir de picnic, pedirles que escriban un cuento para después leerlos en voz alta, organizar un concurso de pintura, un “festival de la canción”, jugar ludo… echar a volar la imaginación y darles tiempo, es lo que vale la pena.
- Fomentar el humor: dejarlos reír, celebrar lo divertido, permitirles la chacota.
- Mantener la lealtad como gran principio: “En esta casa no se acusa”, puede ser la gran premisa de la casa. Así, será más sancionado el acusete que el que cometió la falta.
- En conclusión, la tarea es llenar la vida de recuerdos de manera que cuando grande, las mil imágenes, las anécdotas, el especial léxico familiar, sean el motivo que explica una unión difícil de destruir.