En el día a día lo que más queremos en que los niños sigan ciertas normas para que la casa funcione. Eso es muy importante, sin embargo, no debemos perder el foco en los valores que hay detrás y esforzarnos por mirar a largo plazo, en lugar de perder la paciencia en lo inmediato.
A esta edad los niños ya tienen mayor capacidad para razonar y, también, para negarse a hacer las cosas que les pedimos. A veces a los padres eso nos pilla desprevenidos y comienza un tira y afloje, un gallito diario por quién gana. Sin darnos cuenta, podemos pasar varias horas del día llamando a tomar desayuno y enojándonos porque el niño no viene; llamando a bañarse y retando porque no se apura; enojados porque el niño se comió un yogur a pesar de haberle dicho expresamente nosotros que tomara leche. Es importante revisar qué falta en nuestra relación con el niño que hace que él esté teniendo esa actitud laxa respecto de las tareas diarias.
Sin embargo, no podemos permitir que eso tiña nuestro convivir con él. Nosotros somos más que unos inspectores. Y el niño es más que un ser que debemos aleccionar.
¿Cómo es nuestro hijo, en general? ¿Cómo trata a sus pares? ¿Cómo lo reciben sus amigos o cómo se relaciona cuando vamos a la casa de amigos con él? ¿Trata con respeto a los demás, sabe demostrar su afecto, sabe valorar la rica comida que había preparada? Cuando invitamos a nuestra casa, ¿es atento con sus visitas, se preocupa de que haya cosas ricas para comer, es capaz de prestarle la bicicleta al amigo que no tiene, es capaz de turnarse la elección del programa de TV?
La lista de ejemplos puede ser infinita. La invitación es a observar a nuestro hijo como PERSONA. Qué valores creemos que lo mueven. Tal vez él no sepa el nombre de esos valores, pero seguro nosotros sí podemos analizar las ideas que lo motivan a actuar en cada situación. Desde ese enfoque es más fácil y profundo un análisis acerca de qué normas es necesario que reforcemos y cómo hacerlo para lograr transmitir los valores que nos interesan y no sólo lograr que el niño haga caso.
Y, lo más probable, es que al mirar desde esta perspectiva, tomemos consciencia de que nuestro hijo es una gran persona y podamos dejar de enojarnos tanto por un par de cosas que no hizo como le habíamos pedido.