Reír es la expresión visible del sentido del humor, una capacidad que solo los seres humanos poseemos y que permite tomar con liviandad y optimismo aquellos momentos de la vida que no resultaron tan bien como esperábamos. Se trata de una herramienta potente que los padres podemos promover desde los primeros años de vida.

Desde la neurología, la risa se define como el resultado de un proceso cerebral que permite determinar la diferencia entre lo esperado y algo imprevisto. Es una respuesta general y la expresión de un estado de ánimo favorable. Se trata de un fenómeno complejo que tiene una base biológica, que recibe y detecta los estímulos que activan las áreas relacionadas con la recompensa y el placer.

Sin embargo, el ambiente en que viven los niños y la cultura que los rodea, influye también en esa determinación genética. Esto explicaría, en parte, por qué en distintos países las personas se ríen de temas diferentes y por qué hay hogares más alegres y risueños, y otros más graves.
“El humor tiene un rol fundamental en las relaciones humanas y en el desarrollo socio-emocional. Ayuda a afianzar relaciones, estimula el apego, mantiene la atención, atrae a otras personas, alivia estrés y posibilita una mejor salud mental”, explica la neuróloga infantil de la Clínica Las Condes, Lorena Pizarro.

La esencia de estos beneficios radica en el humor como una capacidad que permite tomar distancia de los hechos y darle una interpretación positiva a la realidad. Para Ana María Rodríguez, sicóloga infantil de la Clínica Universidad de los Andes, cuando algo sale mal o distinto de lo esperado se puede tomar ese desajuste con liviandad y reírse. “Por eso, en sicología se entiende el sentido del humor como un mecanismo de defensa”, explica. Es una actitud que permite a la persona abordar los desafíos con mayor optimismo y confianza. Por ejemplo, crear un plan B y adaptarse a un escenario inesperado.

El humor se da en los niños de forma natural y los adultos podemos ayudar a cuidarlo y promoverlo. Se relaciona con el juego, situación que también se basa en tomar distancia de la realidad e interpretarla de una forma distinta. Ana María Rodríguez señala que algo que les da mucha risa a los niños de alrededor de 3 a 5 años es cuando los papás hacen cosas que no corresponden con su rol, como poner voces o hacerse los equivocados. Eso produce sorpresa en los niños y los divierte.

“A veces vivimos tan apurados, que no queda tiempo para jugar y reír con nuestros hijos. Como sicóloga uno lo escucha; padres que prohíben contar chistes en la mesa. Tal vez es importante tener conciencia de que más allá del chiste, los beneficios de él pueden ayudar a darle más espacio a la risa y la diversión en un contexto familiar. Saber que al fomentarlo estamos ayudando a nuestros niños a fortalecer una herramienta poderosa para el futuro”, comenta.

Y en el presente no sólo los niños ganan si se echa mano al humor, sino que coopera a que haya un ambiente más acogedor y a no agravar los problemas. Si un niño quiebra sin querer un objeto preciado de su padre y aparece triste y avergonzado por ello, el humor es una buena alternativa para reaccionar, sin dejar de hacerles ver que son responsables de sus actos, pero de manera cariñosa y positiva.

Con paciencia y creatividad podemos, fácilmente, dar cabida al humor en nuestras casas. Esto permite convertir las situaciones en experiencias positivas que el niño va a ir acumulando y se convertirán en un colchón emocional para enfrentar las negativas a las que inevitablemente deberá enfrentarse.

Por esto, el humor y la risa van ligados a las relaciones afectivas sanas, a sentirse querido y acogido, a conocerse unos a otros para así saber qué hace reír cada uno. Si en el día a día queda poco tiempo para destinar exclusivamente al juego y la risa, no importa. Con esto en mente cualquier momento se puede convertir en algo divertido, incluso el desayuno apurado antes del colegio, y los niños siempre estarán dispuestos a seguir el juego.

CLAVES DEL HUMOR EN LOS NIÑOS

• Acoger: Al decir un chiste, poner voces o proponer un juego, el niño está exponiendo su individualidad, una manera personal de interpretar la realidad.
• Ambiente familiar positivo: Así el niño tendrá la confianza y la disposición para jugar y reír.
• Reírnos con ellos: Poner voces exageradas, decir disparates, asustarlos, son cosas que dan mucha risa a los niños y más gratificante aún si sus padres son los que provocan la carcajada.
• Dejar fuera la agresión: Los adultos debemos ser modelo y mostrarles que la burla y la ironía no son actitudes constructivas.