Por Rafael Vergara
Los buenos modales son una herramienta fundamental para desenvolvernos en la sociedad, conseguir objetivos, vivir en familia y en nuestro entorno de una manera armoniosa y en paz, mediante el buen trato y la preocupación por los demás.
Sin embargo, los padres a veces relegan a un segundo plano este aspecto de la educación, que consiste en fomentar esos buenos modales en los hijos. Puede haber a veces cierta confusión, porque hoy está la mirada de que los niños tienen que ser auténticos, espontáneos, libres. No es que los padres no quieran enseñarles buenos modales, sino que hoy no existe conciencia de qué se debe enseñar.
Lograr que los hijos aprendan buenos modales y normas de educación es una meta que no se puede alcanzar en un abrir y cerrar de ojos. Sin agobiarlos ni presionarlos, los padres deben tratar de enseñarles esas numerosas y pequeñas costumbres que les resultarán muy útiles el día de mañana en su vida personal y en sus relaciones sociales. Conseguir que los hijos sean educados y hagan gala de unos buenos modales es un objetivo que debemos comenzar desde que son pequeños. Por eso, frases como «ya aprenderá cuando sea grande» hay que desterrarlas.
De esta forma, con la adquisición de hábitos como la amabilidad y los buenos modales, los hijos crecerán con las herramientas necesarias para desenvolverse ante cualquier situación. Se trata de que se dirijan a los demás con delicadeza, que piensen en cómo se sienten sus compañeros o hermanos en vez de bromear cruelmente con ellos, que sepan dar de su tiempo en la casa y con los amigos, que sepan cómo portarse en cualquier situación, que hayan adquirido buenas maneras al comer, al vestirse y lavarse.
¿Meros formalismos?
Los buenos modales son en realidad una serie de convenciones establecidas en la sociedad con el fin de un mejor funcionamiento. Pero detrás de ellas subyace un profundo respeto por el otro, por su dignidad. En otras palabras, son la expresión de lo mejor que hay en nosotros, como una manera de darse a los demás: dar nuestro respeto, nuestra dignidad, nuestra atención. Es un acto de generosidad, de decir “tú y yo somos igualmente importantes”.
No se nace siendo diplomático, sino que es algo que, como casi todo en la vida, hay que educar. Los hijos aprenden en la convivencia, en el ejemplo, en el día a día junto a sus padres. De ahí la importancia de buscar espacios para estar con los hijos, porque calidad y cantidad son igualmente importantes. En concreto, los padres deben esforzarse por enseñar los modales desde la cuna, y eso implica establecer límites claros y exigir su cumplimiento. Por otra parte, les exige a ellos mismos ser un ejemplo de modales.
Se sugiere establecer pocas normas básicas, pero teniendo claro el fondo, el objetivo final de ellas. Una persona cortés hace agradable la vida allí donde se encuentra. De ahí que se note tanto su presencia, como su ausencia.
Para conseguir todo esto de los hijos, el mejor maestro es el ejemplo. Es fundamental que los hijos vean hacerlo en sus padres, desde mucho antes que se le exijan.
Algunos consejos para educar a los hijos en buenos modales
Son muchas las pequeñas costumbres y modales que podemos ir inculcando en los hijos. Aquí algunos:
- Saludar al entrar a un lugar y despedirse al abandonar un lugar, especialmente a los padres y adultos en general.
- Dar las gracias, aunque se trate de ayudas o servicios de poca trascendencia.
- Pedir las cosas por favor.
- Ceder el asiento a los mayores.
- Sentarse correctamente.
- Mirar a la cara a la persona con la que hablamos.
- Evitar burlarse de los demás y hacerles bromas pesadas o de mal gusto.
- Expresarse correctamente, sin groserías de por medio.
- Escuchar sin interrumpir, en vez de hablar todos a la vez.
- Golpear la puerta antes de entrar a un lugar.
Los modales en la mesa
Mención especial merece el comportamiento que se debe tener en la mesa. En efecto, uno de los lugares en que se hace más evidente la buena o mala educación de una persona –no solo en los niños– es sin duda en la mesa. Alrededor de ella reflejamos nuestro sentido del buen gusto y nuestra cortesía. Enseñar a los hijos a comportarse en la mesa, es algo que vale la pena inculcar. Para eso, algunos consejos prácticos:
- Lavarse las manos antes de comer.
- Sentarse correctamente.
- Bendecir los alimentos.
- No empezar a comer hasta que todos se hayan servido.
- Responder «no gracias» o «sí por favor» cuando te ofrecen algo.
- Comer todo lo que se ponga en el plato.
- Comer a un ritmo adecuado, ni muy rápido ni muy despacio.
- Masticar con la boca cerrada y no hablar con la boca llena.
- Llevar los alimentos a la boca con el cubierto correspondiente.
- Limpiarse con la servilleta y también antes de beber.
- No jugar con los cubiertos.
- No empujar con los dedos.
- Al terminar un plato, se dejan los cubiertos juntos y paralelos en el plato.
- No levantarse de la mesa hasta que los padres no lo hayan hecho.
- Ofrecerse para ayudar a recoger.



